El Romanticismo es el movimiento artístico e ideológico más original de la primera mitad del siglo XIX en Europa. La Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, junto con las transformaciones de la Revolución Industrial, provocaron un cambio en la sensibilidad y el gusto europeos respecto al clasicismo anterior.
El movimiento romántico hunde sus raíces en el siglo XVIII, al igual que el Neoclasicismo del que se considera la antítesis; pero no existe una clara separación entre ambas corrientes que podían coexistir. Las dos se inspiran en las ideas de la Ilustración.
El término «romántico» se aplicó por primera vez en la Inglaterra del siglo XVIII a los jardines ingleses “naturales”.
El Romanticismo es más una ideología y actitud de pensamiento y vida que un estilo. Al racionalismo del Neoclasicismo y a su idea de belleza armoniosa, el romántico opone su gusto por lo sublime, que provoca dolor e inspira terror, y por lo pintoresco y lo subjetivo. Es el triunfo del yo. La imaginación, que permite conectar con lo ininteligible y misterioso del cosmos, y el sentimiento ocupan el lugar de la razón. El romántico afirma su individualidad frente al mundo, su genio y su deseo de libertad.
Frente al amor por la Antigüedad del clásico, el artista romántico muestra interés por la Edad Media y el exotismo de Oriente. Siente pasión por la Historia, atraído por la diversidad de costumbres de los pueblos. A menudo el Romanticismo va unido al Nacionalismo.